Pese a las crisis, a las nefastas noticias, a las preocupaciones y demás, ya estamos pensando en las vacaciones. No es una crítica, Dios me valga, ya me van a llamar renegón, pero es que quizá vivamos un momento de poca reflexión.
En España la gente es alegre y jovial, tiene ganas de divertirse y de vivir, pero aveces no pensamos en el precio de las cosas.
Cada uno que haga lo que desee pero me preguntaba si merece la pena horas de coche, de colas, asfalto y desesperación para ir a la playa, donde por otro lado no todo es tan bonito, donde quema el sol, el agua es salda y la arena pica, y además se te cuela por los dobladillos de los pantalones… jajaja, vamos que no es tan, tan bucólico el tema.
Los que vivimos en capitales no muy grandes quizá no nos demos cuenta de la necesidad que tienen por ejemplo las personas que viven en Madrid, donde en verano el calor aplasta, y tras un invierno triste, frio y viendo sólo un paisaje urbano por doquier, necesitan que la vista se pierda en el horizonte, darse un baño con la menos ropa posible y refrescarse con el vientecillo del mediodía.
Descansar y romper con la monotonía es necesario y yo mismo me planteo mil y un estado ideal de vacaciones pero… no me es posible en estos momentos asi que iremos a la playa, que la tenemos muy cerquita.
Nota: Es muy difícil encontrar imágenes de corderos cerca del mar. Éstas, son de un querido lector, más concretamente de su hijo que las tomó en Creta en unas vacaciones. Juan Francisco, gracias de corazón.